Como ya sabéis, hace unos días tuvo lugar el esperado lanzamiento de T.ERRORES, nuestro primer libro de relatos de terror, escrito por 24 autores a los que estamos muy agradecidos por confiar en nosotros y por hacer esta maravillosa contribución tanto a nuestra editorial como a nuestra cultura.
En Ediciones Medina nos encanta conocer a las personas que hay detrás de las historias y saber qué les conmueve a la hora escribir. Por este motivo, tanto por nosotros como por vosotros, los curiosos lectores, hemos querido hacer una entrevista a los 24 autores que han participado en T.ERRORES, acerca de su visión del miedo en la literatura.
Os dejamos con ellos. Esperamos que disfrutéis leyéndola tanto como nosotros:
-¿Crees que el terror puede servir para incluir un tema social o ahondar en problemas psicológicos o de parecida índole? Tenemos ejemplos muy recientes, como Casa ajena o Hereditary, pero también de otros años, como They Live o La larga marcha (novela angustiosa de Stephen King). ¿Cuál es tu opinión?
José Andrés Muñoz:
Es un tema complicado sobre el que me cuesta pronunciarme, porque relacionar problemas psicológicos con el terror puede que haya contribuido a perpetuar estigmas. Por ejemplo, el tema de las posesiones demoníacas, visto en retrospectiva, es un asunto en el que la ficción (incluyendo la tradición y las historias de boca en boca) transformaron un problema real en otro imaginario. Por eso pienso que lo que nos transmite las historias de terror no se debería tener muy en consideración a la hora de abordar problemas sociales o psicológicos. Es un género que se sirve de esos conflictos como instrumento para generar miedo y construir una historia, con el entretenimiento como fin, nada más. Necesita de la exageración y la incertidumbre. Si profundizamos en las raíces de los problemas de forma realista, salimos del terror puro hacia el drama o la tragedia. Afortunadamente, a día de hoy tenemos bastante clara (¡y espero que lo sigamos teniendo!) la diferencia entre realidad y ficción.
José Luís Pascual:
No solo lo creo, sino que estoy convencido de que actualmente es la mejor herramienta para causar impacto en el género. De nada sirve una historia cargada de elementos terroríficos si no se nos proporciona un agarradero emocional, algo que nos permita adherirnos al sufrimiento de los personajes y que nos haga preguntarnos ¿qué haría yo en su lugar? En esa empatización o personalización del terror radica su éxito.
-¿Por qué hay autores o creadores de terror que recurren al escapismo para basar sus obras? ¿No sería más fácil dar un empujón a los lugares de tu país, descubrir sus historias misteriosas y construir una historia donde más conoces? A raíz de esto, ¿por qué crees que se toma de referencia a Estados Unidos?
Francisco Muñoz Rico
El escapismo: puede que el propio hecho de escribir sea una forma de escapar, y entonces: cuanto más lejos, mejor. Julio Verne sería el epítome definitivo de esto. Decía Enrique Vila-Matas en alguna entrevista algo como: «soy un explorador asomado al precipicio, sí; ¿y qué veo en ese mi abismo? Puedo ver lo que usted quiera, estoy dispuesto a ver cualquier cosa que usted quiera: el abismo es todo». No importa nada, ¡nada! Si comprendes al final que el abismo es todo, entonces no lo llamarás «escapismo», lo llamarás sencillamente como te dé la gana.
Sobre lo de Estados Unidos… no conozco las tendencias generales, ni me interesa hacerlo: tengo una novela escrita (inédita) desde la óptica de un habitante de Nueva Inglaterra, es un juego que me traigo con el viejo King; tengo otra, El tesoro de la urraca, en que se puede decir que aparece la llamada España profunda: mis referencias son mías, y son de todo tipo y lugar, lo cierto es que las otras me resbalan.
Nicolás Ayensa:
Creo que tiene que ver con que los clásicos del terror (Poe o Lovecraft, por ponerme típico) son anglosajones. Quién no asocia el terror a la época victoriana y Jack el Destripador…
De hecho, si vamos más al detalle, el género gótico nace con Horace Walpole (británico) según Lovecraft, y el terror nace con Frankenstein de Marey Shelley (británica también) según algunos expertos.
En definitiva, muchos referentes son anglosajones, y creo que esto hace que asociemos el terror a lo inglés (como digo, no tanto EEUU sino lo anglosajón en general)
Lo que hace grande a Stephen King es el costumbrismo americano. Así que lo que hará grande a cualquier escritora española será … un terror muy de aquí. Así a vuelapluma, y hablando de cine, pienso en Verónica de Paco Plaza, con la BSO de Héroes del Silencio… ¡qué miedo le cogí a Hechizo!
-El motivo de nuestros miedos ha ido cambiando y evolucionando a lo largo del tiempo, bien por el contexto social que se encontrara la humanidad en aquel momento o bien porque ya no nos impactan los mismos temas. Atendiendo a este constante cambio, ¿cuáles son los nuevos terrores (nunca mejor dicho) de ahora?
Bernard J.Leman:
El miedo a las consecuencias desastrosas de la tecnología lleva ya un tiempo con nosotros y es fácilmente identificable, pero quizá más contemporáneo sea el miedo a las consecuencias de la hiperconectividad, el continuo flujo de información en el que nos vemos inmersos, que cristaliza a través de una especie de Gran Hermano idiota que todo lo pretende controlar o a través de la irrupción de lo desconocido en nuestra intimidad. Es en esta última derivada donde debemos encuadrar el éxito de la home invasion, tanto en su vertiente literaria como audiovisual. El miedo al virus, a la uniformización se mantiene en pleno vigor gracias a la figura del zombi. También se puede detectar un interés por la distopía violenta hacia la que parece que estamos irrevocablemente destinados como sociedad, pero el camino que yo percibo más fructífero es el del miedo al cambio, a la transformación física, mental o social, que ha ido mutando desde el pánico y el rechazo absoluto del weird más clásico a la inquietante aceptación del new weird.
Rocío Stevenson:
Creo que hemos ido evolucionando hacia un tipo de terror mucho menos tangible que el que llenaba las pantallas de los cines en el siglo pasado o el que habitaba en las páginas de los libros que leíamos de niños. Si antes nos asustaban los vampiros, los hombres lobo o los zombis, ahora lo que nos aterra es algo más etéreo y mucho menos concreto, aun siendo cierto que todas estas criaturas de pesadilla están regresando al imaginario terrorífico con más fuerza que nunca y parecen gozar de una salud envidiable. De cualquier modo, tengo la sensación de que hemos virado hacia un terror más inmaterial: las sombras que reptan por las esquinas de nuestra casa en el preciso momento en que no estamos mirando; la posibilidad (que ahora conocemos tan real) de que un virus asole nuestro mundo y nos condene a vagar por las calles yermas de esos escenarios apocalípticos que tan bien han sabido reflejar la literatura y el cine actual; la amenaza del fin de la privacidad con el auge descontrolado de las nuevas tecnologías de las que cada día dependemos más y un sinfín de terrores cotidianos que nos hacen perder el sueño cada noche. En ocasiones, también, el miedo brota del «yo», esa parte tan nuestra que nos resulta tan aterradora porque no tenemos poder sobre ella: nuestras ansiedades, la depresión y todas esas emociones que contemplamos desde fuera como si se trataran de un verdadero doppelgänger que cohabita con nosotros.
-¿Cuáles son tus referentes en el género de terror? Da igual cine, televisión, videojuegos, literatura…
Ferki López:
Considero que no tengo referentes como tal, aunque creo que a base de tantas y tantas lecturas de sus obras es innegable una cierta influencia, con muchísimas comillas y sin la más mínima pretensión de comparación en un solo detalle, del maestro Stephen King, mi autor predilecto. Por lo demás, consumo muchísimo terror en todos sus formatos y puedo mencionar nombres tan relevantes para mí como lector/espectador como son Mariana Enríquez, Mónica Ojeda, Jack Ketchum, Allan Poe, Ari Aster, Carpenter, Craven… Una autora que adoro es Verónica Cervilla, en todo lo que hace, pero especialmente en el marco del terror.
Pedro P. González:
Los autores capaces de retorcer una idea hasta la obsesión: Maupassant, Hanns Heinz Ewers, Poe o Le Fanu. También los que encuentran el terror en el día a día: Ketchum o Barker. De lo cósmico a lo mundano. Por otro lado, el horror gótico de la Hammer, el splatter de cualquier época y la Troma.
-Una pregunta sencilla: ¿por qué te gusta el terror? ¿En qué momento descubriste que este género te llamaba la atención? ¿Qué encuentras de especial en él?
Román Sanz Mouta:
Desde pequeño. Tengo una relación íntima con el miedo y mis propias fobias, que he ido superando, de tal manera que aquello capaz de asustarme también me atrae de forma irremisible: la oscuridad, según qué animales, arácnidos o insectos, algunas leyendas, pesadillas inenarrables pergeñadas por mi perversa imaginación… Me gusta el desafío, superar mis propios límites, adentrarme en lo desconocido, el riesgo intrínseco, la tranquilidad tras descubrir el origen de este o aquel horror concreto y abrazarlo.
El miedo es el mayor motor humano, e impulso de muchas de sus evoluciones a lo largo de las eras. De aquí mi reverencia por el mismo. Debo conocerlo, en todas sus formas y fondos.
Esa experimentación me llevó primero a la literatura, devorando los clásicos, conociendo nuevas caras del horror (y cuán variedad de rostros tan cruentos como inocentes posee), el medio más afín a la tierna edad con la que me inicié. A partir de ahí, el proceso natural fue empezar a compartir mis propios miedos, a entenderlos por medio de la escritura. ¿Sería capaz de trasladarlos a un posible lector o lectora, infundirle pavor hacia algo que todavía no sabe que teme? Estoy en el camino, y creo que, tarde o temprano, alcanzaré ese horizonte de tiniebla.
Maximiliano Ponce:
Más allá del placer innato que nos provoca la sensación de entrar en contacto con el terror a través de una película o un libro (placer que los científicos asocian con un rasgo evolutivo de nuestra especie), yo en particular encuentro un goce estético en ciertos elementos que se relacionan habitualmente con este género, tales como los cementerios, las ruinas abandonadas, los objetos antiguos, los rituales. Si le creo a mis padres, mi afición por el terror comienza desde temprano, ya que de chico solía dibujar ataúdes y criaturas repulsivas que salían de mi propia imaginación. Además, recuerdo que mis propias pesadillas me provocaban una extraña mezcla de espanto y atracción, y creo que esa misma ambivalencia define nuestra relación con el terror cuando ya somos adultos.
-Muchas personas comentan que el terror está de capa caída, sobre todo en el mundo cinematográfico. ¿Piensas que esta opinión es acertada? ¿A medias? ¿Qué opinas sobre la situación actual del género en cualquiera de sus vertientes?
Jorge Pérez García:
No creo que el cine terror esté de capa caída. Sin ir más lejos, solo hay que ver la expectación que ha levantado la nueva película de Expediente Warren. Lo que sí es cierto es que el terror te gusta o no te gusta; si eres de estos últimos nunca irás a una sala a oscuras y repleta de desconocidos con la intención de pasar miedo. Otra cosa que ocurre es que se está en constante búsqueda de la originalidad. El género de terror busca provocar miedo a través de lo desconocido y, cuando las fórmulas para alcanzar ese objetivo se repiten una y otra vez, no queda más remedio que renovarse. Hay veces que esa innovación funciona y otras que no.
Si hablamos de otros medios, la situación se repite. Novelas y videojuegos son siempre aceptados por parte de su público, las reticencias vienen siempre del lado que menos disfruta este tipo de productos.
José Ángel Conde:
Es una afirmación que no se corresponde con la realidad puesto que en los últimos años se ha revalorizado mucho internacionalmente, sobre todo en el campo cinematográfico, donde directores como Ari Aster, Panos Cosmatos o Pascal Laugier han conseguido enormes éxitos de crítica y público. Aunque, eso sí, sigue habiendo un amplio sector que utiliza etiquetas tan despreciativas y absurdas como «elevated horror» para separar un supuesto terror «serio» del que no lo es, como si eso fuera importante.
Otra situación muy distinta ocurre con la literatura, donde sigue gozando de una buena consideración en el mundo anglosajón pero no así en la esfera latina, pese a existir grandes autores y empezar a cobrar cada vez más importancia el terror escrito por mujeres. Ejemplos de esto lo tenemos en las recientes polémicas del Premio Domingo de Santos en España o la del premio nacional a Mariana Enríquez en Argentina. En nuestro país más concretamente los editores marginan bastante el género y sólo se atreven con obras de género que podríamos denominar «light», en consonancia con el puritanismo general que vivimos. Es un contrasentido castrante cuando lo que caracteriza al terror es precisamente la transgresión y la provocación.
Lo que más me atrae del terror actual sobre todo es el mestizaje que se está produciendo en cuanto a temática, común a otros géneros, ya que hay muchos autores que cada vez más introducen elementos sociales, filosóficos e incluso políticos en sus obras, buscando una literatura rica que se aleje de encasillamientos y descubriendo nuevas posibilidades expresivas.
¿Piensas que existe algún libro o autor que haya supuesto un punto de inflexión en el género? ¿Por qué?
Diego Chozas
Creo que nadie discute que uno de los autores más influyentes en la literatura de terror fue Edgar Allan Poe, cuyo magisterio aún se puede notar en los autores contemporáneos. Su principal aportación fue el rigor técnico, la construcción del relato como un cuidadoso mecanismo que va desarmando al lector escéptico, racional, que se resiste a la existencia de lo sobrenatural, hasta dejarlo desnudo y listo para recibir la terrible estocada del miedo. Los finales potentes e intensos, en los que todo confluye para despertar en el lector un poderoso efecto único, son un rasgo típico de Poe que ha tenido una enorme influencia no solo en la literatura: películas como El sexto sentido o Los otros son ejemplos claros de narraciones al estilo de Poe.
Erica Couto:
Hay muchos autores, como E.T.A. Hoffmann, E. A. Poe y H. P. Lovecraft, que han cambiado el rumbo del género y han influenciado de manera profunda a una miríada de creadores. Sin embargo, si tuviese que quedarme con una única escritora, esta sería, sin duda, Shirley Jackson. Desde el cuento “La lotería” hasta su novela Siempre hemos vivido en el castillo, Jackson crea terrores a partir de las sombras que proyectan la familia, lo doméstico y las aparentemente respetables clases medias norteamericanas. Consigue imprimir una tensión insoportable a las escenas más cotidianas, en las que se manifiestan hostilidades clasistas, intergeneracionales y raciales en actividades tan inocuas como ir de compras o entregar un paquete. Es, además, una de las autoras que ha hecho de los traumas, los miedos íntimos y la tensión psicológica el núcleo de sus historias. Para mí, una figura imprescindible.
¿Opinas que el terror funciona igual en cine y en literatura? ¿Se deben utilizar las mismas técnicas y elementos o crees que debe realizarse una adaptación?
Kalton Bruhl:
Al momento de escribir un relato intento que la mayor parte de mis palabras se vinculen a una imagen. Hasta allí la semejanza con el cine es evidente. Una sucesión de imágenes. Sin embargo, el cine cuenta con elementos técnicos que son imposibles de recrear en la literatura. La banda sonora, los efectos de sonido, el maquillaje, los efectos especiales. Por supuesto en las producciones más recientes el abuso de esos elementos técnicos ha provocado que la historia o la trama se vuelvan un aspecto secundario. En la literatura, por el contrario, la trama es el parte más importante aunado, por supuesto, a la capacidad del autor para crear un ambiente ominoso y opresivo.
La narrativa de terror puede entrar en la mente del personaje mediante sus propias palabras y pensamientos, algo que el cine no puede hacer sin perder fluidez. En manos de un narrador, la capacidad de introspección de la literatura puede ser una herramienta interesante para crear suspenso.
Hay un recurso que funciona bien tanto en literatura como en cine de terror: el contrapunto de dos secuencias para crear suspenso.
Nohemi Abad:
Mi opinión personal es que no funciona igual, creo que en literatura es mucho más difícil transmitir el terror como tal ya que en el cine hay técnicas que funcionan muy bien y no pueden usarse en los libros. Me refiero a la música, a la imagen de los actores expresando el terror en sus rostros, los sobresaltos inevitables que das viendo una película de terror…
En la literatura es complejo llegar a ese punto, no es ni mejor ni peor, es simplemente diferente.
En cuanto a las adaptaciones, creo que se hacen en todos los géneros y en el terror pasa exactamente igual. Los libros y películas no son exactos nunca.
Podemos encontrar muchos subgéneros dentro del género de terror como es el fantástico, el slasher, el psicológico o el paranormal, entre otros. ¿Cuál crees que suele tener un mayor impacto en el lector y por qué?
MJ Ceruti:
Esta es una pregunta un poco rara. No hay un solo tipo de lector, por ende no a todos les causará el mismo impacto un subgénero u otro. Hay personas que encuentran el slasher o el gore divertidísimo, e incluso se ríen consumiéndolo, por ejemplo, mientras que a mí, que soy muy aprensiva con temas de horror corporal, me traumatizan (de jovencita leí por accidente unas páginas de «Vacas» de Matthew Stokoe y ese día me salté la cena); sin embargo, puede que esas mismas personas encuentren el terror paranormal insípido, mientras que yo nunca tengo suficiente de mansiones góticas, maldiciones y todo el folklore asociado. En el terror, como en cualquier otra cosa, tienes que saber qué te gusta. O te disgusta, es una línea muy fina en este caso, jajajaja. Es una vez que lo encuentras y sabes dónde buscarlo que acabas temblando con la luz de la mesita encendida.
Alejandro Masadelo:
Aunque soy un gran fan del slasher, soy consciente de que el subgénero no tiene influencia literaria (de momento). Yo creo que depende mucho del contexto social, del lugar geográfico donde se encuentren los lectores e incluso donde se basen las historias. Aun así, considero que el terror paranormal es el que causa los peores miedos, simplemente porque creo que muchos de nosotros tememos lo desconocido, por muy escépticos que podamos ser. Aparte, creo que hay una relación intrínseca entre terror y paranormal a lo largo del tiempo.
Crear personajes es bastante difícil, ya que si estos no despiertan interés en el lector, la historia se viene abajo. ¿Crees que es más complejo crear un personaje que se desenvuelve en un contexto terrorífico? ¿Crees que los personajes lo son todo en una obra de terror?
Luis Gómez García:
El personaje es esencial en una obra de terror. Solo tenemos que recordar clásicos como Carmilla, Drácula, Nosferatu o Frankenstein. Stephen King amplió de forma notable el concepto de personaje, envolviéndolo en una ambientación tan poderosa que un edificio como el hotel Overlook se convierte, de facto, en un personaje al que el autor trata como tal. Lovecraft, por citar otro ejemplo, construyó su universo en torno a personajes inolvidables: humanos, no humanos y sobrenaturales. Creo que la complejidad del personaje procede del tratamiento de su mundo interior, y por tanto, no depende de que se desenvuelva en un contexto terrorífico. Por mencionar de nuevo a King, sus personajes en ‘It’ son complejísimos de manera independiente al transcurrir de la historia, aunque lo serían de otra forma en un relato de corte realista. Creo que una historia de terror, en la actualidad, debe estructurarse de forma equilibrada con al menos un personaje complejo, el protagonista, y una ambientación detallista y rigurosa. incluso en el contexto sociohistórico, especialmente si hablamos de relatos. El universo de la novela, de tan largo aliento, es diferente. Requiere tratamientos más extensos, aunque pienso que ese equilibrio funciona igual a la larga.
Existen obras en las que el terror y el humor conviven en armonía a pesar de ser géneros opuestos. ¿Por qué crees que esta combinación puede funcionar tan bien en algunos casos?
Katty Cool:
Creo que ambos géneros despiertan emociones que pueden resultar muy potentes y que son contrarias, en este caso también funcionan bien como complementarias, como las tostadas con mantequilla salada y la mermelada dulce. El terror provoca, en ocasiones, una angustia que a mucha gente le puede resultar desagradable y el humor aligera ese malestar, lo hace llevadero y convierte ese texto en otra cosa totalmente distinta. Me parece una buena mezcla, en las historias de zombis, por ejemplo, es común ese toque de humor. Creo que es normal la predisposición a consumir cosas positivas para el entretenimiento, la gente suele preferir pasarlo bien para divertirse. La próxima vez tendré que probar, he hecho poco humor, ja, ja.
BJ Sal:
Aunque no es una mezcla que yo suela emplear, la consumo con agrado cuando está bien servida y me parece un acierto, ya que el humor es alivio perfecto si se utiliza bien. Creo que recurrir al humor en momentos de tensión es algo sumamente humano y, quizás por eso, proporcione una dosis de realismo que es algo esencial en el terror: que se sienta real, más allá de que el factor desencadenante pueda ser sobrenatural, ficticio o incluso absurdo. Lo importante es que el miedo sea real y las reacciones sean reales y en esto el humor puede aportarle mucho al género, en pequeñas dosis, eso sí, no sea que pasemos del terror a la comedia sin darnos cuenta.
Tenemos la suerte de contar en esta entrevista con la participación de Lucyna Adamczyl, la ilustradora que ha dado vida a las imágenes del libro y que también queríamos presentaros:
Como ilustradora de la antología, cuéntanos tu inspiración para crear el diseño interior y de la cubierta.
Lucyna Adamczyl:
Para algunas personas, ver cómo las sombras y la luz juegan con los colores de la naturaleza es inspiración. Para otros, es viajar a un lugar exótico y conocer una geografía única. Me inspiré en los viajes y las historias de los autores. La experiencia que tuve al leerlos no fue aterradora en el sentido tradicional, pero lo que las historias implicaban, que las reglas de la realidad podrían no ser como pensamos, sí lo fueron. Los autores han ido más allá de los miedos simples y fáciles y han producido un trabajo realmente espeluznante que se te mete en la piel y ya no te deja tranquila. Al combinar sus historias con mi propia experiencia, estaba tratando de hacer algo surrealista y onírico. También quería que el lector pudiera vislumbrar el mundo que inspiran mis miedos, sueños y sentimientos.
¿Qué personas son tus referentes como dibujantes en este género?
Uno de mis artistas favoritos de este género es el polaco Zdzisław Beksinski, cuyo trabajo arroja luz sobre el lado oscuro de la mente. Sus pinturas no solo se pueden ver. Necesitas sentirlas de un modo más profundo. Estás inmerso en su obra, no tienes a dónde huir, te sientes esclavizado e hipnotizado. Pocas personas saben que también fue un narrador competente y que dejó un legado de prosa bastante extenso. Como sus pinturas, estas narraciones son extrañas, a veces oscuras, satíricas y a menudo surrealistas.
Otro artista que me gusta, también polaco, es Dawid Planeta, que muestra sus emociones en la figura de un hombre que de repente se encuentra en una jungla incomprensible y aterradora. Fue un hombre sumido en la depresión y en esa selva imaginaria se enfrenta a sus miedos, que él representa como si fueran animales gigantescos de ojos brillantes. Es maravilloso.
¿Consideras que una imagen tiene mayor facilidad para lograr las mismas emociones en el terror que escribiendo?
Todos éramos capaces de expresar nuestros sentimientos mucho antes de que poseyéramos la facultad del lenguaje. La emoción comienza como sensación. Incluso en la literatura, la emoción se expresa mejor a través de palabras que «colorean» nuestra experiencia de ellas. No es casualidad que los colores estén asociados con diferentes emociones. Así que sí, creo que una imagen tiene mayor facilidad para lograr las emociones porque puede expresar lo que el lenguaje no puede.
Para despedirnos, queremos que cada uno de vosotros de un breve consejo para todos los creadores de terror.
Alejandro Masadelo:
Crea sin pensar en qué estás haciendo. Planea una idea y plásmala. No te cohíbas y da libertad a lo que pase por tu imaginación sin establecer ningún limite. Luego, cuando termines tu obra, podrás categorizarla, pero no durante el proceso.
Bernard J. Leman:
Mi mejor consejo es que no creas en los consejos. Haz lo que te apasiona sin importar lo que digan los demás. El terror no es un género menor, sino todo lo contrario: es una expresión de las ansiedades del individuo y la sociedad, que se adentra en aquellos lugares donde los otros géneros no se atreven. Escribir terror es un honor y una responsabilidad pero, por encima de todo, diviértete
BJ Sal:
Mi recomendación sería la de intentar innovar. Pienso que el género se encuentra algo denostado, precisamente por recurrir siempre a las mismas fórmulas y arquetipos: sustos, tensiones clónicas… Es importante documentarse sobre lo que ha funcionado en el terror, entender su contexto (imitar hoy en día a Poe puede generar un estilo muy fluido, pero difícilmente causará terror ya que el fantasma con la cadena no es lo que nos perturba hoy) y a partir de ahí adaptarlo a nuestra realidad, nuestra actualidad, tratando de aportar algo nuevo. Probar nuevas formas en busca de lo que nos toca la tecla del miedo, pero eso sí, siendo fiel a tu estilo.
Diego Chozas:
El terror que más me gusta es el escalofrío ante la sospecha de lo sobrenatural. Conviene estar alerta y aguzar los sentidos para tener algún vislumbre de lo sobrenatural en lo que nos rodea. Lo sobrenatural se agazapa tradicionalmente en la penumbra, en los reflejos, en lo que se entrevé con el rabillo del ojo, en los ángulos muertos. Pero puede sorprendernos en cualquier elemento cotidiano. Por ejemplo, en un objeto, o una persona, que no debía estar ahí.
Erica Couto:
Además de leer mucho y variado, tanto dentro como fuera del género, diría que utilizar los propios miedos y temores para crear narraciones ayuda a construir historias creíbles, capaces de conectar con los lectores.
Ferki López:
Siempre digo que hay dos formas de triunfar en cualquier ámbito artístico de la vida: ser el mejor haciendo lo que todos hacen o ser original y hacer algo único. A mí personalmente me atrae mucho lo raro, lo distinto; me encanta leer cosas muy locas y arriesgadas. El consejo tiene que ver con ello: buscad el terror más allá de vuestros ojos, de vuestros sentidos más obvios, id a la entraña, al hueso, al alma. Ahí reside el terror más feroz.
Francisco Muñoz Rico:
Desafíate a ti mismo con cada escrito, arriesga, si te parece que nadie va a entenderte: mejor.
Jorge Pérez García:
El mejor terror no viene de presentar un ser horripilante, una imagen dantesca y sanguinaria, de provocar sobresaltos. Se trata más de generar el ambiente propicio, de crear la sensación de que algo no va bien a pesar de que todo parece correcto, de que algo malo va a ocurrir. Esa sensación es el auténtico terror.
José Andrés Muñoz:
Me parece uno de los géneros más complicados de escribir porque necesita una combinación de originalidad y de técnica. Para que uno de los aspectos no se coma al otro, ambos tienen que estar muy claros. Un estilo y planificación cuidada es imprescindible para conseguir causar algo de miedo, pero corremos el riesgo de encasillarnos y perder capacidad de emoción y sorpresa. Una historia poco convencional puede defraudar al lector que espera y desea ciertos clichés. Así que, volviendo a la pregunta, mi consejo es cuidar tanto la personalidad propia del estilo del autor como la técnica pura y dura: nada de encontrar un punto medio, que luchen entre sí para destacar.
José Ángel Conde:
Para los autores españoles habría que recomendar paciencia y tesón, puesto que es un género difícil sobre todo para aquellos que se acercan al terror por sus posibilidades transgresoras, ya que la situación política y social no favorece demasiado a este tipo de obras que, sin embargo, sí que son muy apreciadas en el mercado latino. Aún así un escritor en cualquier género lo que nunca debería hacer bajo ningún concepto es dejar de escribir y, por supuesto, escribir lo que quiera y lo que sienta con el corazón, independientemente de que no publique o no alcance éxito y reconocimiento.
José Luis Pascual:
Mi consejo es: leed, leed mucho. Leed a autores clásicos de terror para comprender la mecanización básica de los elementos del género, y leed a autores actuales, porque hay toda una generación de escritores y escritoras que están publicando obras muy interesantes y, lo que es más difícil, originales. Y no solo leed terror, porque en muchos otros géneros podemos encontrar componentes inquietantes que nos sirvan a la hora de construir atmósferas opresivas.
Katty Cool:
El género del terror es personal, las historias necesitan tener ese «qué» para llegar a ponernos el vello de punta, así que, intenta que te dé miedo a ti y se notará en el resultado. Suerte.
Lucyna Adamczyk (ilustradora de la antología):
No tengas miedo de crear terror. Como diríamos los polacos, «si te está quemando los intestinos», es decir, si sientes pasión por lo que haces, producirás tu mejor trabajo. Por cada lector o espectador que desprecia el terror, hay otro que lo ama tanto como tú.
Luis Gómez García:
Los consejos serían muy distintos para una persona escritora y para otra creadora de contenidos audiovisuales. A la primera le diría que la literatura ya ‘no da miedo’ (salvo algunas excepciones), porque el poder del cine y la televisión han movido nuestra capacidad de sentir miedo a un plano diferente del clásico. Por eso, en un texto literario me parece muy importante crear una ambientación excepcional, que cree en la persona lectora un desasosiego enorme, extrañeza, inquietud, ganas de llegar al final del texto para salir de allí lo antes posible. Pero en el caso de una persona creadora de contenidos audiovisuales, mi consejo sería muy simple: si no logras que grite en la butaca y brinque sobresaltado, no funciona. Es así de sencillo.
Maximiliano Ponce:
En algún punto, el terror puede ser tan subjetivo como el humor, por eso hay tantos subgéneros y no todos ellos tendrán el mismo efecto en todos los lectores, pero creo que algunos de los elementos que deberían estar bien construidos son la atmósfera (preferentemente ominosa), los personajes (mejor, atormentados) y las cosas que les ocurren (atroces, si es posible). Por supuesto, la gracia reside en lograr todo esto sin recurrir a (excesivos) clichés.
MJ Ceruti:
Ambiente, ambiente, ambiente. El terror no sale de la nada, el lector tiene que estar esperando a la Cosa Mala que has escondido, tiene que sentirla acercándose y temblar de anticipación. El olor que flota en esa casa sospechosa, el rictus del anfitrión que no te deja irte, las cigarras cuyo canto ahoga los gritos. Elige con cuidado las palabras para que creen una imagen de la que sea imposible desprenderse. No basta con relatar el horror. Tienes que saborearlo.
Nicolás Ayensa:
El terror del que más disfruto es aquel en el que vas detectando el género muy poco a poco, con una sensación de que «aquí pasa algo raro, algo no me gusta, pero no sé qué es». Creo que lo que da miedo es el propio miedo, la sensación. El resto es un MacGuffin.
Nohemi Abad:
Yo no me siento capacitada para dar consejos. Simplemente diría que las descripciones son muy importantes, básicas, para ponernos en contexto.
Pedro P. González:
Que no tengan miedo en hurgar y buscar en lo más recóndito, en lo más extraño, en lo cotidiano o en aquello que llevamos dentro. Todo vale. A veces no hay que irse muy lejos para encontrar cosas realmente horripilantes. El terror es ese vecino que siempre saluda o ese compañero que te cambia el turno con una sonrisa. Tiene múltiples capas e infinidad de planos, pero ya sabéis, el terror, a fin de cuentas, no tiene forma.
Rocío Stevenson:
Escribid lo que queráis sobre lo que queráis, sin imponeros limitaciones, sin atender a la censura o a lo políticamente correcto, sin que nada ni nadie os coarte. Cualquier obra, en el ámbito que sea, no va a ser siempre del gusto de todos, por lo que no tratéis de adaptaros al que dirán. Toda literatura, también la de terror, debería ser libre.
Román Sanz Mouta:
Leer. Antes de escribir, lee, visiona películas, atesora cómics, sumérgete en audio relatos. Intenta conocer todos los estilos, mecanismos, maestros antiguos y nuevos del género (recordad, el terror es literatura con mayúsculas, y no habla solo de miedo). Asimila todo lo ya concebido, deja que macere y, después, empieza a crear piezas pequeñas que perturben, que afecten, que contagien su esencia. Acierto y error. Siempre desde los textos pequeños hasta conseguir una voz propia y reconocible junto con tu propio mundo de pesadilla.
Esperamos que hayáis podido conocer un poco más a cada autor y que sus palabras os motiven a sumergiros en sus terroríficas historias, si es que aún no lo habéis hecho. Nosotros seguimos temblando con sus relatos e ilustraciones y ese es otro de los motivos por los que nos sentimos orgullosos de T.ERRORES, por su capacidad de ponernos nerviosos y hacernos sentir algo, aunque sea miedo.
Podéis conseguir T.ERRORES en físico y digital en nuestra web. Si lo haces, nos encantaría leer tu opinión en redes. Etiquétanos.
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